jueves, 14 de marzo de 2013

Camino, una lección de vida

Con la noticia de la elección de un nuevo representante de la Iglesia católica y al ver a tanta gente pendiente de este suceso, recordé una película que habla acerca del fanatismo que muchas personas pueden tener hacia una religión, fanatismo que puede llegar a un nivel excesivo. La cinta se llama “Camino”, fue dirigida por Javier Fesser en el 2008 y está basada en la vida de Alexia Gonzáles-Barros, una niña española de 14 años quien murió a causa de un tumor en la columna vertebral y quien se encuentra en proceso de beatificación.


       La película, básicamente habla sobre los últimos diez meses de su vida. La forma en que experimentó el primer amor, el anhelo de formar parte de la obra de Cenicienta, al mismo tiempo que afrontaba su enfermedad. Todo el dolor que pasó sin quejarse una sola vez, debido a la educación tan estricta y excesivamente ligada con la religión católica, que había recibido por parte de su mamá desde niña.


       
       Su familia pertenecía a la institución católica del Opus Dei, sin embargo, su mamá era quien estaba más obsesionada por seguir al pie de la letra todas las acciones que se debían llevar a cabo para vivir bajo la palabra de Dios. Restringía cualquier cosa que, de acuerdo a ella, contravenía las enseñanzas de la Iglesia, por ejemplo, no permitía que Camino usara la ropa que ella quisiese, leer algún libro que no contribuyera a su educación, soñar e imaginar cosas que no eran posibles e incluso ser partícipe de actividades sociales realizadas por niños de su edad.

Es por eso que Camino en quien más confiaba era en su papá, él era una persona sumamente comprensiva, cariñoso y a pesar de seguir también la palabra de Dios, no actuaba exageradamente como su esposa, ni compartía la idea sobre visualizar la enfermedad de su hija como regalo de Dios. En el momento en que los doctores declararon la enfermedad de Camino como causa perdida, él decidió cumplir todos los deseos de ella: comprarle el vestido que deseaba, el libro que le había gustado, incluso consiguió una carta del niño del que su hija se había enamorado. Lamentablemente jamás llegó a entregárselos, debido a un accidente en la autopista donde perdió la vida.


       Es un filme muy triste, y verdaderamente no se puede terminar de ver sin derramar varias lágrimas, podría pensarse que no hay final feliz, sin embargo, en el desenlace Camino lo desmiente de cierta manera cuando dice que no podría imaginarse un final más bonito, esto lo menciona porque en los últimos instantes de su vida se imagina con Jesús, el niño de quien estaba enamorada, representando la obra de Cenicienta y en el momento de sonar las campanadas indicando la hora de marcharse se encuentra con su papá, quien la recibe con una enorme sonrisa. Sin duda esta película es una de mis favoritas, precisamente por el final que tiene.


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