Con la
noticia de la elección de un nuevo representante de la Iglesia católica y al
ver a tanta gente pendiente de este suceso, recordé una película que habla
acerca del fanatismo que muchas personas pueden tener hacia una religión,
fanatismo que puede llegar a un nivel excesivo. La cinta se llama “Camino”, fue
dirigida por Javier Fesser en el 2008 y está basada en la vida de Alexia
Gonzáles-Barros, una niña española de 14 años quien murió a causa de un tumor
en la columna vertebral y quien se encuentra en proceso de beatificación.
La
película, básicamente habla sobre los últimos diez meses de su vida. La forma en
que experimentó el primer amor, el anhelo de formar parte de la obra de
Cenicienta, al mismo tiempo que afrontaba su enfermedad. Todo el dolor que pasó
sin quejarse una sola vez, debido a la educación tan estricta y excesivamente ligada
con la religión católica, que había recibido por parte de su mamá desde niña.
Su familia
pertenecía a la institución católica del Opus Dei, sin embargo, su mamá era
quien estaba más obsesionada por seguir al pie de la letra todas las acciones
que se debían llevar a cabo para vivir bajo la palabra de Dios. Restringía
cualquier cosa que, de acuerdo a ella, contravenía las enseñanzas de la
Iglesia, por ejemplo, no permitía que Camino usara la ropa que ella quisiese,
leer algún libro que no contribuyera a su educación, soñar e imaginar cosas que
no eran posibles e incluso ser partícipe de actividades sociales realizadas por
niños de su edad.
Es por eso
que Camino en quien más confiaba era en su papá, él era una persona sumamente
comprensiva, cariñoso y a pesar de seguir también la palabra de Dios, no actuaba exageradamente como su esposa, ni compartía la idea sobre visualizar
la enfermedad de su hija como regalo de Dios. En el momento en que los doctores
declararon la enfermedad de Camino como causa perdida, él decidió cumplir todos
los deseos de ella: comprarle el vestido que deseaba, el libro que le había
gustado, incluso consiguió una carta del niño del que su hija se había
enamorado. Lamentablemente jamás llegó a entregárselos, debido a un accidente
en la autopista donde perdió la vida.
Es un filme
muy triste, y verdaderamente no se puede terminar de ver sin derramar varias lágrimas,
podría pensarse que no hay final feliz, sin embargo, en el desenlace Camino lo
desmiente de cierta manera cuando dice que no podría imaginarse un final más
bonito, esto lo menciona porque en los últimos instantes de su vida se imagina
con Jesús, el niño de quien estaba enamorada, representando la obra de
Cenicienta y en el momento de sonar las campanadas indicando la hora de
marcharse se encuentra con su papá, quien la recibe con una enorme sonrisa. Sin duda esta película es una de mis favoritas, precisamente por el final que tiene.